El invierno llega cuando menos lo esperas

 


    Escribía una vez que entraba en el otoño de mi vida, en una especie de crisis laboral y existencial. Ingresaba en la cuarentena y nada me había salido bien, o al menos como esperaba. Finalizaba el relato con una imagen narrada: el final de la película protagonizada por Paul Newman “Distrito apache, el Bronx”.

    Creo que desde entonces, hace ya una década, la nostalgia me había impedido volver a ver la película. Hasta hoy.

    Si por aquél entonces empezaba el otoño, hoy he alcanzado metafóricamente finales de noviembre. Ya he visto las primeras nieves y sufrido las heladas que preceden a un invierno que ya comienzo a atisbar mientras veo cómo se desmorona el endeble entramado que había construido para poder guarecerme. Termina noviembre y en el bosque no queda leña que apilar para pasar el invierno. Ni siquiera queda ya bosque, pues la dura cuesta final me ha depositado en un yermo páramo donde los rigores de la estación se acentúan sin nada a la vista que me pueda cobijar.

    Hoy he terminado una etapa en mi carrera profesional, una época muy larga en la que pese a las miserias que lleva asociadas esa clase de trabajo, al menos me he sentido útil en algún momento. No he sido un eslabón más de la cadena que mantenía sujeta una estructura social cada día más depauperada, era uno de los que sujetaban esa sucesión de eslabones mal cohesionados para que no se rompiese, o al menos eso quería creer. Hoy ya no he podido sostener ese empuje, la he soltado. Hay una mano menos tratando de sostener los eslabones y me da la sensación de que todo se derrumba. Pero me resisto a convertirme en otra pieza más de la que otros tengan que tirar.

    Murphy (Paul Newman), en aquella imagen final de la película se lanzaba a por el caco y ahí se congelaba la secuencia, con el policía que había tirado la placa momentos antes, tras vivir sus peores momentos en lo personal y lo profesional, tratando de atrapar al malhechor que salía a la carrera tras haber desvalijado una casa. En aquel fingido Octubre, ese fotograma significaba para mí un signo de esperanza, Murphy le atrapaba (ese era el final que adaptaba yo mismo). En este veraz noviembre veo el preludio de una derrota: Murphy cae de morros mientras el caco se aleja de manera burlona.

    Tras unos últimos años donde he visto una bajeza moral digna de un pragmatismo mísero, en la que se castiga al romántico, al idealista, para premiar a quien sigue cada renglón sin saltarse un espacio, mi ética y mi experiencia han sucumbido aplastadas por el gran libro que recoge con rigor cada norma, tratando de ordenar imponiendo líneas rectas donde debería haber arcos flexibles que mantuvieran un orden natural. El árbol flexible, que cede un poco ante el empuje del huracán, se mantendrá en pie y volverá a ser ese rígido sostén cuando la tormenta amaine. Aquél que se mantiene rígido, cederá o se partirá para convertirse finalmente en leña inútil, no sin antes haber provocado destrucción al ser arrastrado.

    A nadie se le escapa el desorden que se aprecia en una plantación cuando se compara con el disciplinado caos del bosque. En eso parece haber derivado la profesión a la que he dedicado más de la mitad de mi vida, en una rígida vara de medir donde quien no cumpla con los estándares que una mal manejada estadística proclama, es apartado o simplemente denostado en favor del robótico burócrata obediente cuyo pensamiento y acción siempre irá a la sombra del superior jerárquico que lo aprovecha para medrar. Una manera de conducirse indigna cuando acometes un trabajo en el que te mueves siempre por las zonas más sombrías de la sociedad, en el que has de saber adaptarte a esas lóbregas tinieblas para poder ver no solo en ellas, sino también a través de ellas. Pero hay que saber también que antes de salir de nuevo a la luz, has de entornar los ojos un poco hasta acostumbrarte a ese fulgor. Quien no lo hace así, corre el riesgo de cegarse y vivir para siempre en esas tinieblas.

    Se ha terminado pues mi vida profesional aventurera, la que mantenía despiertos muchos de mis sentidos que otrora adormecían y hoy comenzarán de nuevo a extinguirse. Se terminaron esas dosis de confianza que me brindaba el enfrentarme a diario con lo incierto. A partir de ahora lo incierto vendrá de la propia naturaleza, a la que acudo con mayor merma incluso, pues mi físico se va degradando a base de lesiones y achaques y, hasta la montaña, se ha tornado en quimera donde el reto es poder aproximarme, ni tan siquiera llegar a la cumbre. Hoy soy Murphy caído de bruces viendo cómo una parte de mi vida huye sin que pueda auparme para perseguirla.

    El otro día pisé una hermosa cima poco frecuentada. Un reto para mi yo del presente que no es otra cosa que un paseo para mi yo de no hace tanto, aquél que quería volver a recuperar y percibo a cada momento que se aleja cada día un poco más. Descubrí un horizonte nevado con cumbres elevándose por doquier sobre prados, bosques y arroyos mientras el sol que caía avanzada la tarde trataba de buscar su hueco entre las nubes para dejar sus últimos rayos de luz sobre el paisaje. Vi varios grupos de ciervos, un rebeco descendiendo por pedreras a la velocidad del rayo, huellas de lobo impresas en el barro dejado por la nieve derretida, rastros de tejón, de gato montés… pero no vi ninguno de oso pardo. Ese es hoy mi reto: poder pisar por donde pisa el oso, ver lo que a diario mira el oso, y sentarme allí donde la belleza mora, en ese lugar en el que posar una mirada natural que cada día agoniza ante el empuje de lo irracional en nuestra relación con la naturaleza.

    Cantaba el grupo Sangre Azul a finales de la década de los ’80 su canción El silencio de la noche, donde en su primer párrafo dice:

    “Cuando el día amanece triste y gris
Burlándose de mí
Solitario, en un tren sin dirección
Así me siento yo
Y aunque viajo en el último vagón
No pierdo la ilusión”

    Terminando antes del estribillo final con esta frase:


    “Y aunque soy lo que siempre quise ser
Así no lo soñé”.

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/coto-redondo-desde-lores-201669333 

Comentarios

Entradas populares de este blog

En blanco y negro

Nuevo año, nuevas circunstancias, nuevos planes

Esos pequeños peluches tan monos... y con tantos problemas: Visones