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Nostalgias de mi antiguo "yo"

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      No recuerdo cuánto tiempo hace que no ponía mis pies por la zona del Bajoz y su embalse pero, pese a los cambios habidos (alguna señalización más, prohibición de llegar los vehículos hasta el mismo embalse, zona de aparcamiento arreglada…), en esencia me he encontrado lo mismo que recordaba haber dejado la última vez que por allí pisé.     Día primaveral frío, con nubes cubriendo el cielo que amenazan y cumplen con la lluvia predicha, aunque breve y poco intensa, acompañada en intervalos con los vientos protagonistas del refranero para el mes que antesdeayer dejamos atrás (marzo ventoso, abril lluvioso, dejan a mayo florido y hermoso).     En el ambiente flotan por doquier las notas musicales de la primavera: Pinzones, carboneros, jilgueros o petirrojos pugnan por lograr su papel protagonista en la orquesta hasta que el cuco inicia su canto solista, dejando en un segundo plano todo el plantel orquestal de los pajarillos que, a coro, tratan de hacer sombra a su disilábica voz.

El duende del bosque

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      “La conservación de los recursos naturales es el problema fundamental. A menos que resolvamos ese problema, nos servirá de poco resolver todos los demás”. T. Roosevelt.            No queda mucho ya para que empecemos a escuchar en el bosque unos roncos ladridos que muchos asociarán a algún perro que esté por ahí deambulando. Esa ladra es para el verano lo que la berrea es para el otoño, el pistoletazo de salida para la estación estival dando fin a la primavera. Aunque es frecuente escuchar en cualquier época ese ladrido peculiar, ya que es su voz de alarma (tanto de machos como de hembras) que, cuando lo escuchas, puedes estar casi seguro que es motivada por tu presencia. Pero aún estamos empezando la primavera y es la época en la que la hembra del corzo da a luz a los pequeños corcinos, habitualmente dos, tal y como se especifica en la enciclopedia de la fauna de Félix Rodríguez de la Fuente, siendo raros los partos triples o simples. 1 kg pesa al nacer aproximadamente el pe

La vuelta de Perséfone y el renacer

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“Oí mil concertadas notas en la arboleda reclinado, en ese ánimo apacible cuando pensamientos gratos traen a la mente pensamientos tristes.”  W. Wordsworth     Aún no ha llegado el momento del equilibrio entre la luz y las sombras, pero la balanza está casi estable; el equinoccio de la primavera es inminente y la naturaleza se engalana a la vez que pone música para recibir a Perséfone, tras su estancia  con Hades en su lúgubre gruta, reuniéndose con Deméter, su madre y diosa de la Tierra. Desde la cama antes de levantarme, ya escuché un canto familiar que me hizo abrir la ventana para disfrutar de las idas y venidas de las primeras golondrinas a voz en grito, mientras dos parejas de colirrojo tizón juguetean en el patio con rápidos vuelos, ajenos a las cercanas acrobacias de las golondrinas. Veo algunos carboneros sobre los tejados saltando de teja en teja mientras muy cerca, varios mitos revolotean entre las ramas aún desnudas del arbolado que delimita el arroyo. No están lejos los h

Divagaciones espesas sobre el mito del buen salvaje

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       Jean Dorst ya adelanta en su prólogo al libro “Antes que la naturaleza muera” que: “( … )El estudio de los males que actualmente sufrimos y el análisis detallado de sus causas nos demuestran que el hombre ha infringido gravemente determinadas leyes naturales. Todos sus actos han tendido a simplificar los ecosistemas, a canalizar sus producciones en un sentido estrictamente antrópico y a reducir, a menudo, la velocidad del ciclo de conversión de las substancias orgánicas”. A renglón seguido explica que el hombre no puede   ser un elemento más de la naturaleza desde que con su intelecto franqueó cierto umbral de civilización (aludiendo al cambio de cazador/recolector a pastor/cultivador). “La tierra – dice Dorst --   en su estado original, no se halla adaptada a la expansión de nuestra especie, pues ésta, para realizar su propio destino, se ve obligada a violentarla”. Apunta al hecho de que el simple mantenimiento de nuestra alimentación y otras necesidades elementales, exige una

Sobre la estética del paisaje

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      ¿Puede un ave que sobrevuela los cielos admirar el paisaje que desde allí avista, percibiéndolo como bello o como desagradable si así lo fuera?, ¿o acaso esa concepción intangible es única en la especie humana?     ¿Qué observa el gato montés que, sobre un prado, simplemente reposa con la mirada puesta en el horizonte? ¿O el lobo que, también en reposo, dirige su mirada hacia el atardecer en el   collado entre roquedos donde se guarece durante el día?     Cada respuesta nuestra a una pregunta de ese tipo no obedece más que a la visión antropocéntrica que tenemos del mundo y no deja de ser una repuesta subjetiva a algo que no podemos conocer, si no es basándonos en ideas y conceptos muy personales sobre nuestra actitud o punto de vista hacia la naturaleza. Esa visión antropocéntrica aludida no es algo negativo ni falto de visión natural. El ser humano, por mera lógica, verá el mundo desde su propia perspectiva. Nunca podremos verlo como lo hace un lobo, ni como lo puede conceb

¡What a wonderful world!

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Simplemente eso: https://clipchamp.com/watch/xadSOUYRLui  

Un paseo al atardecer

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      En el invierno, el atardecer es precoz, casi podría decirse que madrugador. Si te demoras mucho reposando la comida, no llegarás a ver el crepúsculo que te propones si el paseo es suficientemente largo. Por eso decidí, viendo la hora que era, simplemente salir a caminar hacia donde sabía que al menos podría ver un horizonte extenso, pese a no ser el lugar donde los atardeceres más me cautivan, y no por demérito de la atalaya escogida, sino por el espectáculo grandioso que se contempla desde la pretendida. El cielo, no obstante, estaba plomizo y no auguraba un colorido como el que me suele cautivar cuando me encaramo para disfrutar de los ocasos.     Nada más dejar el asfalto, el barro muestra los dibujos de quienes pasaron por esa pista antes de hacerlo yo. Un vehículo todoterreno deja sus marcas cegando con su profundo dibujo la impronta de los seres vivos que por allí deambularon antes de que lo   hiciera el automóvil. Pero no todas estaban cubiertas por las rodadas, muchas h