Minutos mágicos con el fantasma del bosque. Nuestro Gato Montés

Época de siega en la montaña palentina, el silencio habitual se transforma en ruido de motores que regresan al pequeño núcleo poblacional tras su trasiego en los prados, donde la espesa y alta gramínea y el cereal han sido dejados al ras, apareciendo grandes rulos dorados salpicados por todo el terreno. Algo, no obstante, se mueve con sigilo en el prado cuando ya no hay rastro del humano en el entorno. A paso lento, con la mirada fija en un punto, mueve sus patas dejando casi inmóvil el cuerpo hasta un momento en el que ambas patas traseras se alinean y salta súbitamente hasta aterrizar con las extremidades delanteras sobre el suelo y dejar su hocico pegado al pasto recién cortado. Se detiene el tiempo unos segundos y el animal vuelve a levantar la cabeza, mira a ambos lados y, muy despacio, como una toma de cámara lenta, inicia otro movimiento para sentarse. Es el gato montés y su víctima iba a ser un roedor que supo burlar a la muerte en esta ocasión. ...