La polarización del ser humano: unos extinguen al oso, otros lo salvan.
“Durante siglos, el oso ocupó la mayor parte del hemisferio boreal del
planeta. En aquella remota época abundaban grandes bosques de llanura donde el
plantígrado habitaba a placer. Poco a poco esos biotopos desaparecieron y con
ellos el oso, que buscó refugio en los bosques de montaña, único reducto para
la especie. Resulta falso pues la descripción del oso como animal ligado a la
montaña, ya que su hábitat original estuvo constituido por bosques en zonas
llanas” Enciclopedia Fauna Ibérica, Félix Rodríguez de
Tras escuchar un podcast de Iván Vega (cuaderno de campod) sobre los aspectos de la reintroducción del oso pardo en Pirineos, y leyendo posteriormente un artículo fechado hace un año sobre la problemática del oso cantábrico y las muertes de ejemplares, sobre todo en el núcleo oriental (el más exiguo), me he decidido a resumir un poco algunos datos.
Para empezar, aludiendo al citado artículo
firmado por Esther Sánchez para el periódico “El País”, en mayo de 2021, sólo
el titular ya dice mucho: “Un 40% de las muertes de osos en
Cómo pueden seguir existiendo grandes mamíferos en España en vistas de las circunstancias que rodean a nuestro medio natural, es una cuestión difícil de entender: La presión antrópica que, incluso en los más recónditos parques nacionales, ha de soportar la fauna autóctona y salvaje, añadida al desprecio ancestral que el ser humano en general profesa a todo aquello que no es capaz de controlar o dominar, hace que la supervivencia de especies como el oso pardo siempre esté comprometida. Si el hombre no quiere, no habrá osos, ni lobos, ni martas, ni zorros… El hombre, en general, tan sólo está cómodo en ambientes donde los animales son domésticos o campean bajo su control y donde la vegetación esté organizada a su antojo. Si no es así, habrá presiones y actitudes que terminarán con lo bello, lo salvaje, para convertir todo en un estético aunque vacío parque urbano.
En el llamado medio rural aún perviven las
ideas y usos medievales y en base a ellas se toman las decisiones. Todo lo
salvaje es malo y hay que eliminarlo. No parece que nos queramos remontar mucho
más allá en el tiempo, cuando hablamos de las juntas de extinción de animales
dañinos creadas en los años cincuenta en nuestro país, pero esa manera de obrar
ya venía desde muy atrás. Para no especular sobre ello sin datos que lo
verifiquen, me iré directamente a la primera norma en la que existen
referencias y que Carlos I dictó sobre la caza a depredadores que, si bien era
un privilegio reservado sólo a los nobles, permitía que sobre el lobo pudiera
participar cualquier persona en las batidas; corría el año 1542. Ahí se fijó la
recompensa a quienes eliminaran las llamadas alimañas, vigente durante más de
400 años en los que diversas leyes se fueron sucediendo para añadir especies a esa
lista de alimañas o regular las cuantías, entre otras cosas. En 1816, por
ejemplo,
En cuanto al oso pardo, y por seguir con la base de la entrada tras esta pequeña introducción, había en pirineos una población de entorno a los 200 ejemplares a principios del siglo XX y, cuando en el año 1995 se decidió iniciar un proceso de recuperación de la especie en la cordillera con translocaciones de osos eslovenos, quedaban tan solo 5 osos en toda la cordillera pirenaica (Francia y España).
Similares números alcanzaron en la cordillera cantábrica, al contabilizarse entre 1993/94, el mínimo poblacional de la especie con 7 osas con crías en el núcleo occidental y tres en el oriental, sectores que a principios del siglo XX quedaron aislados el uno del otro, fragmentándose la población osera cantábrica.
Pese a todos los esfuerzos por parte de numerosas organizaciones y estamentos oficiales, el ser humano continúa matando osos. Si leemos la cronología de David Nieto Macein sobre la evolución del oso pirenaico se nos ponen los pelos de punta ante esa actitud de nuestra especie hacia otras, en particular el oso en esta ocasión.
-Entre 1903 y 1953, se mata a 78 osos en los pirineos a través de la caza o el veneno, más de la mitad de la población sucumbió a manos del hombre, pues ese mismo año se contabilizan 70 osos en total.
-Entre 1976 y 1995, entre 24/25 osos sucumbieron.
Tengamos en cuenta que incluso se llegó a imponer una veda sobre la caza del oso en España en el año 1952, que duró 5 años, con el fin de recuperar algo la especie. Ahí es el furtivismo quien cobra protagonismo. Tras este lapso, desde 1957 y durante ocho años, se cazan legalmente en España 28 osos, no habiendo datos de los a buen seguro muchos ejemplares muertos debido también al furtivismo. En 1940 se había prohibido ya su caza en Francia, hasta 1951. Francia abre y cierra la veda hacia el oso debido a las presiones del sector de la caza hasta el año 1969, cuando se autoriza la última batida en ese país, sin encontrar ya ejemplar alguno. En 1967 España había prohibido definitivamente la caza del oso.
Christian Kempf, en su libro los señores del bosque, editado en español en 1990, expone:
“En Europa del Este, lo único que limita las poblaciones es la caza: Se matan entre 900 y 1300 osos al año, pero en esos países no hay amenaza de extinción como en el caso de los Pirineos en donde, todavía en 1983, se mataron dos individuos… ¿Culpables? La cohorte de cazadores que no se atrevió a denunciar a los suyos y a señalar con el dedo a quienes creen hacer una heroicidad matando a nuestros últimos osos. Pero la opinión pública sabe a qué atenerse.”
Teniendo esta frase en consideración y pese a la recuperación que ahora vemos reflejada en los medios de comunicación sobre las poblaciones oseras, las muertes se han venido sucediendo de una manera que no sabría cómo calificar. Resumo un poco el citado artículo de Nieto Macein, emplazando a quien quiera mayor información al respecto que lo busque y lea su contenido con atención:
--1970, en el pirineo español, un oso es cazado furtivamente.- Nadie sabe nada.
--1971, En Aspe se captura un osezno que vivió enjaulado hasta 1991.
--1981, dos cazadores matan al que se consideraba último oso de Aragón, en una batida de jabalí. El guarda que iba con ellos se niega a declarar. Ese año un pastor dispara sobre un joven oso que atacaba al ganado, desconociéndose si murió.
--1982, una osa y su osezno mueren abatidos en una montería de jabalí.
--1988, muere un oso de manera furtiva en el pirineo central.
--1989, otro oso muerto por cazadores.
--1989/90, un oso muere en batida de jabalí en le Valle de Arán, y un pastor mata a otro oso en Navarra.
--1994, un pastor mata a un oso, mueren también dos osos en Ansó y Hecho, y otra hembra en una cacería de jabalíes.
--De las reintroducciones a partir del año ’96, a la hembra Melva la mata un cazador en 1997.
--Una hembra muere en el pirineo francés en 2007 tras ser atropellada por dos vehículos y previamente tiroteada.
--2020, hembra disparada durante batida de jabalí en Huesca. Otros dos osos son abatidos igualmente en actos de rebeldía contra el oso en Francia.
He enumerado18 osos abatidos y conocidos en una somera pasada por los datos de la citada cronología, a los que no se pueden añadir los muchos que no se conocerán las causas de su fallecimiento o las de los que simplemente desaparecerán, bien tras ser heridos en alguna montería o atropello, o bien ocultos tras su muerte por los causantes del delito. Todos ellos desde que se le declaró como especie protegida en la cordillera pirenaica.
La cordillera Cantábrica no se aleja mucho
de esas cifras de muerte.
Disparos,
lazos o envenenamiento son las causas de mortalidad no natural de nuestros osos. Entre 1979 y 1981, escriben Clevenger y
Purroy en su libro “el oso en León”, hubo constancia de la muerte de
Fapas pone énfasis en la abundancia de osos muertos del núcleo oriental, mucho más exiguo que el occidental, redactando un artículo con su propia cronología:
-- 1977, un oso abatido por disparos en la comarca de Valdavia (Palencia)
-- 1982, oso muerto envenenado en Casasuertes (León)
-- 1984, oso también envenenado en Hormas (León)
-- 1987, oso muerto en portillad e
-- 1988, en Brañosera (Palencia), también por disparos.
-- 1990 en Riaño (león), envenenado
-- 2001, Triollo (Palencia) envenenado
-- 2005, Cervera de Pisuerga (Palencia), envenenado. A pocos kilómetros y ese mismo año, en Polentinos muere otro ejemplar por disparo de postas.
-- 2006, Burbia (León), también disparado
-- 2007, Polentinos (Palencia), veneno
-- 2009, Cervera de Pisuerga (Palencia) veneno
-- 2012, Polentinos (Palencia), por disparo
-- 2013, Cervera de Pisuerga (Palencia), por caza furtiva
-- 2016, Cordovilla de Aguilar (Palencia), por veneno
-- 2017, Casavegas (Palencia), disparo
Exponen hasta el año
En Asturias, esa misma organización expone en otro artículo los osos muertos conocidos y sus causas, entre las que hay envenenamientos, muertes por lazo, por disparos y las debidas a un mal manejo en un par de casos de osos encontrados heridos y muertos tras la agónica espera y el posterior rescate.
De entre las causas de mortalidad antrópicas, los accidentes de caza se han llevado la vida de numerosos ejemplares de oso pardo. ¿Caza en un territorio donde se está protegiendo y tratando de recuperar a una especie en peligro de extinción? Así es España, aunque no difiere mucho de Europa y, me atrevo a decir del resto del mundo. El derecho a divertirse matando animales prima sobre cualquier otro derecho y nadie en las administraciones se atreve a prohibir esa práctica debido a la fuerte presión del colectivo, que por otra parte no es ni por mucho mayoría en España (en este artículo del blog crónicas de Fauna http://cronicasdefauna.blogspot.com/2020/02/la-caza-mil-anos-de-la-gran-estafa.html, habla de 850.000 licencias de caza, frente a los 46 millones de habitantes de nuestro país).
A nadie con sentido común se le escapa que, en un territorio donde campea una especie en peligro de extinción, la caza es un serio peligro para su supervivencia, ya que los accidentes, pese a la norma de disparar a pieza vista, se hacen cada año patentes y terminan con la valiosa vida de estos animales que con tanto esmero (y dinero público) se trata de proteger. Hemos llegado a ver durante la pandemia por el COVID cómo se impedía a los ciudadanos salir de sus casas, aunque se marcharan al campo, lejos de otros humanos a quienes “contagiar”, pero se permitieron batidas de caza, con pretextos de controlar poblaciones de jabalí o herbívoros (pretextos una vez más desmentidos científicamente al demostrarse que la caza no solo no soluciona ese “problema” al que aluden, sino que lo magnifica debido a ciertas costumbres en los cotos entre otras circunstancias más complejas y también señaladas en diferentes estudios).
En el citado libro sobre el oso en León (1988), Clevenger y Purroy relatan:
“El oso naturalizado en el ayuntamiento de Boñar cayó tiroteado en Pardomino, ya en época de veda de la especie. Los cazadores, para evitar la sanción, se zurriagaron con espinos y, cumplidamente disfrazados de “nazarenos”, declararon que actuaron en legítima defensa a fin de librarse de las furias del oso agresor, mentira piadosa que parece influyó en las bondadosas autoridades”.
Pese a que yo mismo de niño no dudaba en
salir a pescar o coger una carabina si me la ofrecían para matar algún
infortunado animal que en ese momento se cruzase por delante (con la suerte
para el afortunado bicho de que mi puntería no era buena), los conocimientos
adquiridos con la edad me han dictado otra forma de acudir a disfrutar de la
naturaleza y la ética ganada con dichas aptitudes han forjado en mi el
pensamiento de la inutilidad de la caza para el desarrollo de nuestra vida, al tratarse
de un simple pasatiempo que envenena la naturaleza y nos priva de los seres que
la habitan, con los que tenemos una compleja relación donde todos interactuamos en el planeta,
siendo cada una de las “piezas” (nosotros incluidos) fundamental para el
desarrollo de la vida en
La agricultura, la caza y la ganadería son los grandes enemigos de la fauna silvestre, o viceversa, según el lado desde el que se mire, pero esa ecuación siempre tiene el mismo resultado pese a las variables que se puedan ir añadiendo: la exterminación del problema, bien sea de la mastofauna, de la mesofauna, o simplemente del bosque y sus métodos de sucesión ecológica. ¿Por qué en estos momentos, Chernóbil se ha convertido tras el accidente nuclear en uno de los espacios naturales mejor conservados de Europa? es muy simple, porque el ser humano desapareció y la naturaleza fue recolonizando sus territorios robados.
El ser humano no es necesario para controlar a los fitófagos, ni para regenerar el bosque, ni para nada que no sea destruir el medio natural, el planeta ya se autogestionaba muy bien antes de la aparición del homo sapiens, recuperándose incluso de las masivas extinciones provocadas por meteoritos u otras catástrofes aún por descubrir, tal y como pasó en la conocida extinción que terminó con los dinosaurios hace 65 millones de años, donde casi con toda seguridad fue el impacto de un cuerpo celeste con la tierra (Chicsulub es como han bautizado al asteroide que cayó en lo que es hoy la población del mismo nombre, sita en Méjico, junto a la península de Yucatán), lo que inició el proceso de extinción y, gracias a ello, el inicio de la era de los mamíferos. Esa extinción es la causa por la que nosotros estamos aquí ahora mismo, al ocupar los mamíferos supervivientes el nicho ecológico dejado por los grandes reptiles del cretácico.
Se dice que, junto a la de Chicsulub, hay
otras cuatro extinciones masivas, aunque futuros estudios revelen seguramente
alguna más. De lo que no hay duda porque lo estamos viviendo es de que estamos
en la sexta extinción, una pérdida de biodiversidad muy acusada provocada por
nuestra relación con el planeta. Aún así, conociendo estos datos de extinciones
provocadas por el ser humano a lo largo de la historia reciente, seguimos
queriendo aniquilar a todo aquello que nos molesta, seguimos conquistando
terreno a
Existe hoy día una organización, liderada
entre otros por el veteranísimo botánico francés Francis Hallé, que pretende crear
un bosque primigenio en Europa. Sin ahondar en los detalles, pues se pueden
encontrar en un pequeño libro/manifiesto titulado “por un bosque primario en
Europa Occidental” de la editorial Libros del Jata, cabe señalar que el término
de bosque engloba aquí algo más que una masa arbórea, ahí caben las relaciones
entre los animales que lo habiten y la vegetación que vaya surgiendo en las
sucesiones ecológicas que deban producirse (bien explicadas en el manifiesto).
Es una utopía que pretende tener un terreno alejado de la intervención humana,
pero sin ocultarlo a los hombres; un territorio suficiente para que convivan
todos los animales salvajes que habitarían estos espacios en esta región, donde
nada rompa la armonía de la naturaleza, a excepción de algún sendero que lo
recorra. Pero eso no lo podremos disfrutar, si saliese adelante el proyecto,
nadie de los que hoy vivimos en
Aludo a este ejemplo para hacer ver la
polarización del ser humano en cuanto a su relación con la naturaleza: Por un
lado están quienes tratan de reconstruir el planeta a la medida que el propio
planeta vaya sugiriendo, por otro quienes no tienen en cuenta las necesidades
de
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