Nostalgia de fin de año.
“El recorrido hasta la cima de la montaña es siempre mayor de lo que piensas. No te engañes: llegará el momento en que lo que parecía cerca, esté aún muy lejos” Paulo Coelho
La montaña se encuentra radiante incluso en los melancólicos días invernales cuando el cielo se cae sobre las cumbres y los vientos la convierten en un reto a superar.
La nostalgia que hoy exhibo se refleja en la montaña como la imagen especular de mi mente, en ella no hay nada claro, sólo nubarrones que se ciernen por doquier, vientos que no permiten detenerte un instante para tomar un respiro y ver el panorama de la cumbre; para los que has de estar siempre prevenido a fin de que la veloz ráfaga no te empuje hacia los abismos de la montaña. No hay tregua, el esfuerzo no solo lo da el desnivel, sino un sin fin de elementos que ha guardado la montaña para arrojármelos durante mi visita. Un reflejo fiel de mi propia vida.
La áspera canal deja ver con claridad los precipicios que protegen la montaña, allí el paso ha de ser firme y cauteloso para avanzar por la estrecha senda que va ascendiendo hasta donde el cielo parece estar aguardando mi visita. El viento entra en liza para empujarme con violencia, pero es la propia montaña la que me protege del céfiro traidor a fin de no hacerme caer al fondo del abismo. Parece querer seguir en la batalla y no vencerme en las primeras pendientes. Arriba es diferente, llegados al punto donde no hay pared que me proteja, el viento sacude con tal fuerza que cualquier intento de relajo daría conmigo en el suelo y rodaría hacia el valle por el vertical tobogán de hierba. Es ahí donde la montaña ha decidido situar el campo de batalla. Es tal el empuje que a cada paso me lastra, que convierte a una excursión vulgar como esta, en una digna cruzada personal donde el asedio a la montaña conduce finalmente a su conquista, depositando finalmente en la cima los despojos de mi desplante para humildemente, ceder de nuevo sin demora la tierra ganada e iniciar mi repliegue en rápido descenso por terreno áspero y tortuoso, otorgando así de nuevo esa soledad que poseían las cumbres antes de que los rebecos alertaran a las montañas de mi petulancia al verme ganar terreno por sus contrafuertes y canales. Arrogancia que fue disipándose a medida que la montaña presentaba su batalla para finalmente hermanarme en la cumbre, rendido ante sus armas.
Nadie ha sido derrotado hoy, ambos luchamos y ambos salimos victoriosos: Yo llegué a la cima, pero la montaña me expulsó rápidamente de sus dominios. De esta manera la montaña seguirá siendo montaña y el montañero podrá seguir siendo ese conquistador que ya no recordaba ser. Y todo seguirá igual que antes de esta batalla donde sólo los rebecos serán quienes puedan atestiguar la gesta de la montaña y la osadía del montañero para tratar de doblegarla.
Aventuras que diariamente se suceden en una epopeya donde cada paso es una hazaña, cada logro una gran proeza y la épica está en no rendirse ante los elementos, en seguir hacia donde la vida te quiera llevar con la vista siempre puesta en aquello que quieres alcanzar. Unos recogen del expositor todo aquello que desean, otros hemos de trepar para lograr satisfacer alguno de esos deseos. La diferencia está en que los primeros logran la cumbre sin apreciar su valor, rápidamente la olvidan o infravaloran; yo sin embargo, valoro la conquista y al lograr cada cima la atesoro y guardo para siempre como algo digno de conservar.
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/fuente-de-hachero-cueto-redondo-122169788
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