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Nuestro terror ancestral, las serpientes.

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     La cumbre de la montaña a la que quiero llegar está próxima, la rampa de hierba que me resta, salpicada por numerosas piedras, muestra un tono amarillento por la falta de lluvias a pesar de que el otoño ya está mediado. La soledad aquí   es absoluta pese a encontrarme en los límites del concurrido Parque Nacional de Picos de Europa. Todo un horizonte salpicado de montañas se abre a medida que he ido ascendiendo: por un lado el macizo central y occidental de Picos, a otro peña Ten, Pileñes y gran parte de la montaña asturiana, hacia el sur se atisban las grandes cumbres palentinas. El descenso es abrupto, en el que no puedes lanzarte debido al grado de inclinación tan elevado y a las piedras que a simple vista se ocultan bajo el forraje, que podrían hacerte pasar un mal trago si te das un traspié. De repente, bajo el pie derecho que iba a posar, algo se mueve con inusitada rapidez, lo observo caer unos metros por la inclinada rampa, para recomponerse y seguir más...

Dos relatos, una historia

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       El invierno comienza a hacer estragos en la familia, que está ahora más reagrupada. La nieve cubre todo el territorio y el frío congela cada rincón de la montaña y el valle. Pocos se aventuran a salir e incluso el ganado doméstico está guardado, no hay nada en la montaña que se mueva cuando el frío y los temporales hacen su aparición. Sabes que tras las nevadas, el deshielo traerá comida: la carne de los infortunados ungulados que no pudieron sobrevivir al crudo invierno, aquéllos que se quedaron sin fuerzas en su búsqueda de alimento y sucumbieron al agotamiento y al frío hasta que el incipiente deshielo deja al descubierto sus despojos, que no son más que biomasa, materia orgánica que alimentará a los habitantes de la montaña. Esos cuerpos darán vida a muchos de los pobladores de este entorno hostil.    Pero aguardar a que la montaña desentierre y muestre el inerte cuerpo del corcino o el gabato que no tuvieron la suerte de sobrevivir, es algo...

El mamífero más grande de Europa. Nuestro bisonte

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Queda curvo el firmamento, compacto azul, sobre el día. Es el redondeamiento del esplendor: mediodía. Todo es cúpula. Reposa, central sin querer, la rosa, a un sol en cenit sujeta. Y tanto se da el presente que el pie caminante siente la integridad del planeta.   Jorge Guillén, perfección.        El año 1927 no solo dio nombre en España a una generación literaria, fue también el año en el que el bisonte europeo se extinguió del medio natural.     Pocos años antes, la primera guerra mundial terminó con la población de Bialowieza, una de las dos que habían sobrevivido hasta el siglo XIX; ésta y la del Cáucaso perduraron debido a la voluntad de los reyes, tanto polacos cono rusos, convirtiendo el bosque de Bialowieza en un coto de caza real, un bosque protegido para el disfrute de la nobleza desde el siglo XV en el que se cobijaban cientos de bisontes y otras especies. Las tropas alemanas que ocuparon esa región de Europa terminaron c...

Esos pequeños peluches tan monos... y con tantos problemas: Visones

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       En el medio ambiente nada es aislado. Todos los fenómenos se afectan unos a otros, a la vez, todos se ven influenciados. Olvidar este movimiento y la interacción del universo impide que veamos claramente incluso las cosas simples. Friedrich Engels      En tan solo 100 años, el visón europeo ha pasado de ocupar gran parte de Europa, a contar con solo 3 poblaciones aisladas entre sí y, además, en regresión por la competencia con el introducido visón americano, a parte de por la histórica degradación y destrucción de su hábitat. Las tres poblaciones son:      -Norte y centro de la Rusia europea.     -Delta del Danubio (Rumanía).     -Sudeste de Francia y centro-norte de España.     Si el visón europeo llegó a España por introducción humana o de forma natural, crea una cierta controversia, aunque no es aventurado decir que lo más factible es que se tratase de una expansión natural des...

La naturaleza gruñe

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 "Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas" Tagore     Orión guía mis pasos tras el atardecer, sólo tengo que seguir el asterismo de su cinturón y la propia funda de su espada señalará mi destino. Hoy volví a salir a buscar el atardecer, pero el ocaso me alcanzó aún en el bosque. Busqué al menos un claro donde la vista se pudiese perder hacia el horizonte y, emergiendo entre las nubes anaranjadas, logré vislumbrar al Espigüete recogiendo las últimas luces que el sol olvidó en el cielo tras ocultarse. La nieve era la protagonista de mi salida y por ella no pude encaramarme al punto pretendido, pues añadió al paseo las complicaciones que de su blanco manto se derivan. Las rodadas de la pista estaban heladas, con lo que sólo podía caminar por el centro y los bordes del nevado sendero, que llegaban a cubrir mi pie hasta que, tras alcanzar el collado y virar hacia el norte, buscando siempre la perspectiva oeste para que mi vista se ...