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Mis compañeros de piso

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      En la naturaleza, cuando pasas tiempo en un pueblo donde no hay servicios, donde apenas te cruzas al día con uno de los escasos vecinos que allí viven y suele ser coincidiendo con la llegada de la furgoneta del panadero a media mañana; cuando a tu alrededor tienes bosques, prados y pequeños arroyos que se descuelgan suavemente desde las cumbres vecinas, la soledad no se siente como cuando vives en una ciudad, siempre, quieras o no, rodeado de gente, con todo tipo de servicios y donde cada vez que sales te cruzas con cientos de personas a las que a buen seguro nunca has visto antes. Aquí en el pueblo la soledad no se percibe, con   cualquiera que te encuentres intercambias algunas palabras, le conozcas o no y cuando a nadie ves, es porque estás suficientemente atareado como para no percatarte de que has estado solo todo el día; allí en la ciudad, sin embargo, estar solo es sinónimo de tristeza y abandono, con nadie que no conozcas intercambias palabra algun...

nuestra evolución va muy despacio

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  “Tenemos emociones del Paleolítico, instituciones medievales y tecnología propia de un dios. Y eso es terriblemente peligroso” E. O. Wilson, en una entrevista para Harvard Magazine, rescatada de un artículo del diario El País sobre este ilustre Biólogo     Titulares de prensa dicen un día que miles de personas salen a la calle en defensa del lobo, y al día siguiente alertan que, de nuevo, miles de personas salen a la calle reclamando la desaparición del citado cánido de nuestros campos. ¿A quién damos la razón? Obviamente cada cual mantiene una opinión y la defiende, sea justa o no, pues bien en su economía o bien en su sensibilidad, se ven ambos grupos afectados por las acciones del otro. Hay una polarización en la sociedad que no acepta términos medios aunque, en mi opinión, es cierto que no debiera haber término medio en algunos casos concretos, como este al que aludo; simplemente se necesita un cambio de paradigma basado en el conocimiento del medio y no solo e...

Nuestro terror ancestral, las serpientes.

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     La cumbre de la montaña a la que quiero llegar está próxima, la rampa de hierba que me resta, salpicada por numerosas piedras, muestra un tono amarillento por la falta de lluvias a pesar de que el otoño ya está mediado. La soledad aquí   es absoluta pese a encontrarme en los límites del concurrido Parque Nacional de Picos de Europa. Todo un horizonte salpicado de montañas se abre a medida que he ido ascendiendo: por un lado el macizo central y occidental de Picos, a otro peña Ten, Pileñes y gran parte de la montaña asturiana, hacia el sur se atisban las grandes cumbres palentinas. El descenso es abrupto, en el que no puedes lanzarte debido al grado de inclinación tan elevado y a las piedras que a simple vista se ocultan bajo el forraje, que podrían hacerte pasar un mal trago si te das un traspié. De repente, bajo el pie derecho que iba a posar, algo se mueve con inusitada rapidez, lo observo caer unos metros por la inclinada rampa, para recomponerse y seguir más...

Dos relatos, una historia

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       El invierno comienza a hacer estragos en la familia, que está ahora más reagrupada. La nieve cubre todo el territorio y el frío congela cada rincón de la montaña y el valle. Pocos se aventuran a salir e incluso el ganado doméstico está guardado, no hay nada en la montaña que se mueva cuando el frío y los temporales hacen su aparición. Sabes que tras las nevadas, el deshielo traerá comida: la carne de los infortunados ungulados que no pudieron sobrevivir al crudo invierno, aquéllos que se quedaron sin fuerzas en su búsqueda de alimento y sucumbieron al agotamiento y al frío hasta que el incipiente deshielo deja al descubierto sus despojos, que no son más que biomasa, materia orgánica que alimentará a los habitantes de la montaña. Esos cuerpos darán vida a muchos de los pobladores de este entorno hostil.    Pero aguardar a que la montaña desentierre y muestre el inerte cuerpo del corcino o el gabato que no tuvieron la suerte de sobrevivir, es algo...

El mamífero más grande de Europa. Nuestro bisonte

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Queda curvo el firmamento, compacto azul, sobre el día. Es el redondeamiento del esplendor: mediodía. Todo es cúpula. Reposa, central sin querer, la rosa, a un sol en cenit sujeta. Y tanto se da el presente que el pie caminante siente la integridad del planeta.   Jorge Guillén, perfección.        El año 1927 no solo dio nombre en España a una generación literaria, fue también el año en el que el bisonte europeo se extinguió del medio natural.     Pocos años antes, la primera guerra mundial terminó con la población de Bialowieza, una de las dos que habían sobrevivido hasta el siglo XIX; ésta y la del Cáucaso perduraron debido a la voluntad de los reyes, tanto polacos cono rusos, convirtiendo el bosque de Bialowieza en un coto de caza real, un bosque protegido para el disfrute de la nobleza desde el siglo XV en el que se cobijaban cientos de bisontes y otras especies. Las tropas alemanas que ocuparon esa región de Europa terminaron c...