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Víctimas de lo salvaje: los riesgos de la naturaleza.

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  “Salir a correr al anochecer o de noche, dejar a niños pequeños sin vigilancia en zonas de presencia de grandes carnívoros, acercarse demasiado a hembras con crías o a animales heridos, y pasear con un perro sin correa en dichas áreas son las principales causas de ataques”, explica Vincenzo Penteriani, investigador en la Estación Biológica de Doñana y autor principal del estudio sobre ataques a humanos de grandes carnívoros publicado en Scientific Reports. (SINC 3/2/2017)       Los ataques de la fauna a los seres humanos no son algo insólito que tan solo suceda en países del tercer mundo: el pasado año, un corredor en Italia murió tras toparse en uno de sus entrenamientos por la montaña con un oso pardo, y no han sido indiferentes para nadie las dramáticas imágenes que dieron la vuelta al mundo en los noticiarios narrando la muerte en directo de un joven turista ruso en Egipto por un tiburón mientras a gritos pedía auxilio.     ¿Pero, re...

un paseo al final del verano

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    El verano parece haber cambiado de repente hacia el otoño. De casi 40 grados hace dos días, sin llover en meses y la consiguiente sequía, me encuentro hoy de nuevo en la falda sur de la montaña palentina, con 12 grados de temperatura y una intensa lluvia.     Días desapacibles en los que apetece más estar sentado en casa, mirando caer la lluvia, viendo precipitarse ese agua que ya casi no recordaba y abrigado con una chaqueta que se queda corta. El cuerpo parecía no acostumbrarse al intenso calor de estos meses, pero en días así te das cuenta de que el brusco cambio no es tampoco bien recibido; todos necesitamos aclimatarnos, pero en seguida te asomas de nuevo y ves sobre los tejados de las últimas casas un espectacular arco multicolor.      Esa es la llamada, el timbre que te invita a levantarte del sofá para salir a su encuentro. Ahí se termina la pereza, el cuerpo se aclimata rápido y, aunque a ratos cae una fina lluvia y ves que hacia el norte ...

Sobre rastreo

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       El conocimiento autodidacta es útil, pero tiene sus limitaciones, sobre todo cuando queremos interpolarlo a la práctica. Cuando uno lleva tantos años moviéndose por la montaña, por la naturaleza en general, llega un momento en el que quiere saber lo que rodea al entorno por el que se mueve, y qué mejor que el conocimiento de los animales y vegetales que lo pueblan, los tipos de sustrato sobre el que viven… Para ello hay excelentes libros y guías que te muestran cada animal o planta que allí habitan, es fácil absorber ese conocimiento escrito del que mi biblioteca está rebosante, pero cuando quieres traspasarlo al medio, te das de bruces con la realidad: No ves a la garduña, ni al lirón gris, ni al lobo, ni siquiera al enorme oso, incluso el roble que ves se te hace extraño ante las diferentes especies que pueden habitar en tu entorno y has de poner todo tu esmero en diferenciarlos. De vez en cuando ves huir a un ciervo o cruzarse en el camino a un despistado z...

El drama de los herrerillos

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      Escribo estas líneas frente a la puerta de mi casa en la montaña, sin perder de vista la oquedad del muro donde la pareja de herrerillos había construido su nido y traído al mundo a su prole de pequeños pajarillos. Ayer aún veía a la pareja con sus incansables idas y venidas llevando alimento al nido y extrayendo de él los excrementos al salir. Son ya muchos días los que he ido viendo el infatigable trabajo de los herrerillos para traer su descendencia y sacarla adelante, pero hoy no los he visto. El muro ahora es un pequeño agujero apenas perceptible,   sin vida aparente.     Anoche, antes de acostarme, salí a la puerta a escuchar los sonidos de la oscuridad. Aún se escuchaba alguna estrofa del ruiseñor y el sonido de los grillos, a los que acompañaba   el metálico zumbido del chotacabras y algún lejano ululato del cárabo, pero algo vi que no me gustó y cuyas consecuencias han podido traer ese drama: Sobre el tejadillo del muro que h...

Mis compañeros de piso

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      En la naturaleza, cuando pasas tiempo en un pueblo donde no hay servicios, donde apenas te cruzas al día con uno de los escasos vecinos que allí viven y suele ser coincidiendo con la llegada de la furgoneta del panadero a media mañana; cuando a tu alrededor tienes bosques, prados y pequeños arroyos que se descuelgan suavemente desde las cumbres vecinas, la soledad no se siente como cuando vives en una ciudad, siempre, quieras o no, rodeado de gente, con todo tipo de servicios y donde cada vez que sales te cruzas con cientos de personas a las que a buen seguro nunca has visto antes. Aquí en el pueblo la soledad no se percibe, con   cualquiera que te encuentres intercambias algunas palabras, le conozcas o no y cuando a nadie ves, es porque estás suficientemente atareado como para no percatarte de que has estado solo todo el día; allí en la ciudad, sin embargo, estar solo es sinónimo de tristeza y abandono, con nadie que no conozcas intercambias palabra algun...

nuestra evolución va muy despacio

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  “Tenemos emociones del Paleolítico, instituciones medievales y tecnología propia de un dios. Y eso es terriblemente peligroso” E. O. Wilson, en una entrevista para Harvard Magazine, rescatada de un artículo del diario El País sobre este ilustre Biólogo     Titulares de prensa dicen un día que miles de personas salen a la calle en defensa del lobo, y al día siguiente alertan que, de nuevo, miles de personas salen a la calle reclamando la desaparición del citado cánido de nuestros campos. ¿A quién damos la razón? Obviamente cada cual mantiene una opinión y la defiende, sea justa o no, pues bien en su economía o bien en su sensibilidad, se ven ambos grupos afectados por las acciones del otro. Hay una polarización en la sociedad que no acepta términos medios aunque, en mi opinión, es cierto que no debiera haber término medio en algunos casos concretos, como este al que aludo; simplemente se necesita un cambio de paradigma basado en el conocimiento del medio y no solo e...