Entradas

Mostrando entradas de 2024

Una burla al conocimiento o cómo saber sin haber llegado a aprender

Imagen
      “A la vista de cuantas acciones ha venido ejecutando el ser humano desde los inicios de su aparición en el planeta, fuerza es el dudar de su supuesta condición de criatura racional, otorgada por quienes se sienten poseídos de un complejo de superioridad, apelando a la capacidad creadora de artefactos que muestra el hombre. Lo cierto, sin embargo, es que el mal uso que este ha venido haciendo de sus innegables capacidades de transformación del medio, le ha llevado, ecológicamente, al borde del abismo” Ramón Grande del Brío. De su libro El ser humano y la naturaleza.     Cualquiera que esté al tanto de la historia de la ciencia, es consciente de que ésta a menudo yerra en sus conclusiones; pero no sólo eso, sino que mortifica a quien opina diferente de la corriente aceptada en ese momento, para finalmente, en algunos sonados casos, llegar a aceptarlas muchos años después. De todos es sabido, o al menos así debiera de ser, que la tierra era plana ...

De enemigos, odios, polarizaciones y sus inocentes víctimas

Imagen
       En su libro sobre el lobo ibérico, un referente para cualquier naturalista o aficionado al medio natural, Ramón Grande del Brío desgrana, entre otras cosas, las perspectivas de futuro para el lobo con pesimismo. Alude a la humanización   y a la antropogenización de los paisajes como factores incompatibles con la supervivencia de especies salvajes, pero no olvida los postulados filosóficos por los que se guía la sociedad industrial a la hora de plantearse dicha conservación de la fauna. Ejemplifica esto último con los fundamentos de que “tienden a considerar legítimo como logro el ajardinamiento o artificialización del entorno, sin conocer siquiera una de las reglas más elementales de la ecología, que proscribe la manipulación del mismo. La naturaleza guarda sus propias reglas y, desde luego, en palabras de Bacon, <<se la domina obedeciéndola>>”. No olvida en ese mismo capítulo de su libro el problema de los vallados: “el simple hecho de que ex...

Fin de semana en la montaña palentina a paso lento

Imagen
      Es un amanecer frío, pero no ha helado pese a lo avanzado de la estación otoñal, desde la ventana vislumbro el robledal que cubre las laderas de un tono ocre, contrastando con el verdor de los prados. Un gorjeo incansable entra por la ventana desde el exterior mientras varias hurracas husmean por los tejados del pequeño pueblo emitiendo su característico reclamo. Me asomo por el ventanuco que da a la parte de atrás y percibo cómo algo se mueve entre las hojas del manzano que tengo frente a la ventana, aparece y desaparece como por arte de magia hasta que logro ver asomarse a un pajarillo de tono pardo, a juego con el robledal de otoño, apareciendo ente las ramas para acto seguido volar hasta un tejado y dejarme ver su silueta antes de desaparecer de nuevo en una oquedad del muro. Un chochín paleártico, de sugerente nombre científico troglodytes troglodytes, es quien reclama mi atención. Ese nombre es asociado en la literatura científica por buscar oquedades y c...

Habituados a nosotros

Imagen
      Nos movemos ajenos al medio natural, al planeta, sin ser conscientes de que no somos otra cosa que parte del mismo, un complemento de la naturaleza que ha ido evolucionando hasta convertirse en el monstruo que hoy somos. Somos ese dragón que va creciendo dentro de una cueva hasta que la gruta se va quedando cada vez más pequeña, no por la oquedad en sí, que permanece igual que al principio, sino por el desmesurado crecimiento del dragón que cobija. Llegará un momento, ya no estamos lejos, en el que creceremos tanto como dragón, que la cueva no podrá guarecernos y reventará ante semejante empuje, enterrándonos bajo toneladas de roca que hemos ido poco a poco desgajando desde el interior para abrirnos hueco mientras seguíamos creciendo sin control.     La naturaleza no es una creación divina instaurada para nuestro goce y disfrute, es algo que ha evolucionado junto a nosotros y que hemos ido modificando, domesticando incluso, con el fin de facili...

Cervus Elaphus

Imagen
      Primeros de octubre en la montaña palentina, ya lleva varias semanas instalado el otoño aunque aún el arbolado caducifolio no lo llega a manifestar de manera visual, pero el clima va estimulando a la estación con sus primeras heladas matinales y las abundantes lluvias con las que contamos este año.     En ciertos lugares los paseos montañeros van acompañados, sobre todo en horas alejadas a las centrales del día, del clamor de la berrea. Los machos de ciervo común pugnan por la supervivencia de sus genes, en principio imponiendo su vozarrón, para hacerse con el harén de hembras que lleve a buen fin su impronta en los desvalidos cervatillos que nacerán ya en primavera. Si eso no ahuyenta a quienes opten por cortejar al mismo grupo de ciervas, la exhibición de la cuerna hará que el incauto invasor de su territorio desista al verse más débil que el dueño de esos pagos. Pero no siempre eso funciona cuando el que quiere optar al mismo harén se ve con...

Algo más que un conjunto de árboles: El bosque vivo

Imagen
      La noche sorprende dentro del bosque a alguien ajeno al mismo. Un fuerte viento, que agita violentamente las copas de la arboleda, suena bajo el dosel acallando al resto de los sonidos, que reaparecen para el oído del intruso en cuanto la fuerza del céfiro descansa unos instantes. Esos son los momentos en los que el ciervo encelado retumba el bosque con sus bramidos llenando con sus voces cada rincón del monte. Un crepitar de ramas cercano indica el movimiento de alguno de los habitantes del bosque sorprendido por la presencia del intruso en horas donde no suele ser habitual su presencia, cualquier roedor como el lirón gris o un ratoncillo pueden ser quienes anden rebuscando entre la hojarasca, siempre atentos al cárabo, sorprendido también, que se revela al oído del intruso, aunque invisible a su vista, iniciando un ululato que es rápidamente contestado desde el otro lado del bosque, cuando de nuevo el viento arrecia y apaga con su clamor los ecos del bosque a...

Primeros ecos del otoño en la montaña

Imagen
      Día gris con fina llovizna y viento, la temperatura ha descendido notablemente en pocos días tras el sofocante verano, aunque aún estamos inmersos en esa estación ya que no llega a cumplirse la primera quincena de septiembre. Los prados lucen con un tapiz de flores moradas, son los "quitameriendas" (colchicum montanum)  típicos de la estación que se anuncia.     Nada me augura que tan pronto pueda escuchar a la montaña despedir el verano, me aúpo por la pista hacia el valle contiguo desde el que ahora domino un extenso paisaje de cumbres de la media montaña palentina, salpicadas de frondosos valles entre cordal y cordal hasta que la muralla de peña labra y tres mares cierra el horizonte a más de dos mil metros de altura, ya cubiertos por las nubes. Y ahí está el sonido más salvaje emergiendo del bosque que queda frente a mí: un lejano berrido que encuentra respuesta no muy lejos de donde yo me encuentro. ¡Ha comenzado la berrea del ciervo!...

En blanco y negro

Imagen
         Un día de verano por la mañana, el primer día de esa estación según nuestro calendario,   asomado a la ventana escucho el noticiario natural. Es muy diferente al de una mañana normal en la ciudad donde desde la ventana uno oye únicamente los ruidos de la civilización que acallan a los que pudieran provenir de lo poco de naturaleza que queda; la banda sonora de nuestro estado de bienestar con sus coches, autobuses, martillos percutores, voces a cada cual más alta para hacerse oír por el interlocutor mientras apuran el cigarrillo a la puerta de la cafetería, dando lugar a la clásica disputa de que quien más alza la voz, más razón tiene (paradigma propio de quienes generalmente carecen de ella); en las radios y televisiones resuenan las pláticas de quienes, unos a favor y otros en contra de las lamentables acciones políticas con las que se nos castiga, se arrogan cada cual de una razón sesgada, robada de los retales de una realidad para crear la ...

El mundo desde el balcón de las golondrinas

Imagen
      Tras cesar la lluvia, salgo de mi casa dejando fuera del nido a las volanderas golondrinas, a las que sus padres ya alimentan una a una mientras observan el mundo que se les abre posadas sobre unos cables cercanos, hasta donde llegan en estos primeros vuelos. Los prados están crecidos y algunos caballos se alimentan de las tiernas hierbas de final de primavera. Al fondo se ven las altas montañas de la sierra más cercana a la meseta, esas primeras elevaciones de contornos redondeados que rondan los 2000 metros y que hoy, con las nubes hechas jirones sobre ellas y tapando sus formas, semejan montañas más agresivas y salvajes recortándose en el horizonte.     En la pista me topo con bastantes babosas cruzándola a paso lento, desplazándose de manera casi imperceptible, y algunos rastros dejados por el zorro que ha señalizado su marcha para que todos lo veamos, poniendo excrementos sobre piedras o en el lugar más visible de la pista. Hay una huella ...