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Un crepúsculo, no solo del día.

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      Para disfrutar de un atardecer pleno en algún balcón natural que domine el horizonte, es obligado que el camino de vuelta se haga bajo las estrellas, pese a que en esas horas sea poco recomendable caminar en soledad por las montañas, últimos reductos de la tierra donde la gran fauna se refugia de nuestro acoso.     Bajo ellas caminaba una noche sin luna, aprovechando esa claridad a la que nuestros ojos se van habituando a medida que las luces declinan, siempre y cuando no haya luminarias artificiales que rompan el hechizo. Tan solo los últimos dos kilómetros me vi obligado a encender la linterna que portaba, no por el camino en sí, pues los límites aún me eran perfectamente visibles, sino por la fragosidad del mismo, que me procuraba un traspiés tras otro. Encendida la linterna, la magia se rompió, las formas y ondulaciones del sendero que eran poco claras se me hicieron visibles al ser iluminadas, pero ya no había cielo ni otra cosa a mi alred...

Lomas y fuentes Carrionas

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    “Y héteme otra vez aquí después de haberme dado cuerda al corazón con el aire libre de las cumbres, héteme otra vez aquí, en la ciudad, en el vaho de la ramplonería humana teniendo que soportar el que al lado mío se hable de nuestras diferencias con Francia a propósito de lo de Marruecos o de las cogidas de Vicente Pastor”.   Miguel de Unamuno        Definía el paisaje Fernando González Bernáldez (catedrático y ecólogo español del siglo XX), de una manera sintética, como la “percepción multisensorial de un sistema complejo de relaciones ecológicas”. Directa o indirectamente, una serie de factores interactúan generando el paisaje de forma continuada a lo largo del tiempo. Entre esos elementos perceptibles de manera directa, el paisaje se puede dividir en tres grupos según su origen sea físico, biológico o humano: Son los componentes abióticos, bióticos y antrópicos, los cuales aparecen por este mismo orden desde el origen de la Tierra. ...

Dramas naturales

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 Llegaba a casa el otro día de dar un paseo por el embalse de Ruesga, uniendo esa localidad con Ventanilla, siempre junto al agua por la pista señalizada como GR. En esa última localidad me crucé con un gran operativo de agentes medioambientales que regresaban hacia Cervera por la conocida como carretera de los pantanos, lo que me hizo pensar en las osas que se encontraban protegidas en el entorno de peña Escrita y el pico Santa Lucía, muy cercano y por esos motivos cerrado al tránsito no autorizado por la Junta de Castilla  y León. Esas cumbres son visibles desde este valle por el que me encuentro y a ellas se accede con relativa facilidad desde Santibáñez de Resoba, el siguiente pueblo que cruzas siguiendo la citada carretera en dirección a Guardo. Pensando en eso, llegué al pequeño pueblo donde temporalmente tengo mi segunda residencia. Al abrir la puerta que da acceso al pequeño patio, enseguida vi los cadáveres de 3 pequeñas golondrinas en el suelo, muy cercanos al nido q...

Un día normal, o lo que se percibe fuera de la urbe.

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      No suena el despertador. Tampoco te sobresalta el bullicio de la calle con sus coches, autobuses, o el continuo martilleo de las obras que parecen no terminar nunca al irse solapando (no ha terminado una cercana cuando empieza otra aún más próxima a tu ventana). Simplemente el devenir del sueño va terminando su cometido para dar cabida a la vigilia con el sol ya en lo alto.     Al abrir la ventana, el tumulto que se escucha es diferente al de la ciudad. La naturaleza ya hace tiempo que despertó y todas las aves recitan a coro su noticiario matinal; aún se escuchan los grillos en el prado y cercano también resuena el rumor del arroyo. No hay apenas estridencias que sobresalten al entorno salvo algún vehículo que inicia su marcha y en ocasiones un motor accionado por alguien que inicia su labor durante algunos minutos en los que siega el prado o hace leña para la chimenea, pues aunque el calor ya sea dueño del paisaje, dentro de las casas la temp...

Las otras grandes montañas de España: Mi primer viaje a Pirineos (otoño de 2015)

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        Hablar de naturaleza o de montaña en España es también hablar de Pirineos. Siempre quise conocer esta cordillera, pero su lejanía (más de seis horas de viaje desde mi residencia) me persuadía para no emprender la marcha hasta que un día, uno de esos en los que te levantas hastiado, pensando en lo que esperas de la vida y qué pintas allí sin ir a buscarla, monté en el coche después de comer y, sin casi saber por dónde tenía que ir, marché hacia el norte cruzando la España cantábrica hasta llegar a donde tantas veces había soñado pero nunca había imaginado estar.     Llegué de noche, lloviendo y cansado de un viaje largo, para cenar y acostarme en un hotel de Torla, a las puertas del parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Era otoño, pero esos días había hecho frío, lo suficiente para encontrar nieve y que las hojas del hayedo hubieran caído, me dijeron en el hotel. Da igual, quiero conocer este entorno del que tanto me habían hablado otros montañe...

Y el roble no se hizo esperar más. Subida a peña Briame desde Perapertú

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      El robledal no ha querido ser menos y, una semana después que el hayedo, ha optado por sacar sus hojas y colorear también de verde la ladera de nuestras montañas.     Mientras atravieso los prados, el griterío de los grillos va coreando mis pasos. Pugnando con ellos, toda clase de aves silban con fuerza sus reclamos para hacerse protagonistas ya cuando el prado va quedando lejos, apagándose con la distancia las voces de la campiña. Es el territorio del roble que ha despertado por fin de su letargo invernal, para lucir con fuerza mientras el sendero me ha depositado en una pista más ancha y acondicionada que me acompañará unos kilómetros hasta el primer collado. Mis andanzas de hoy van en consonancia con los cielos, pues parece que entre sus planes no está el permitirme coronar el paraje al que tengo previsto llegar, el punto culminante para divisar las montañas del norte.     Estoy en el territorio que, dejando atrás la tierra ...

"Local Hero"

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      Si hay una característica que nos une a la mayoría de las personas a quienes nos gusta la soledad en la Naturaleza , es nuestra devoción por ella.     La montaña es hoy el feudo de quienes nos movemos por la Naturaleza , pocos lugares fuera de los inhóspitos y recónditos senderos de nuestras montañas pueden sugerir los paisajes que queremos que nos acompañen en nuestro deambular por el mundo. Tan solo en las montañas podemos encontrar rincones donde los estragos causados por   la mano del hombre apenas se perciban, parajes donde todos los elementos que conforman la propia naturaleza convivan, donde puedas sentir la presencia del oso, encontrar rastros del lobo, advertir la sombra del quebrantahuesos o el águila real para levantar la vista y admirar su planeo hasta perderse tras algún risco…     Escribo esto tras haber visto una vez más (no podría precisar el número de veces desde que lo hice por primera vez) la película “U...