un paseo al final del verano

El verano parece haber cambiado de repente hacia el otoño. De casi 40 grados hace dos días, sin llover en meses y la consiguiente sequía, me encuentro hoy de nuevo en la falda sur de la montaña palentina, con 12 grados de temperatura y una intensa lluvia. Días desapacibles en los que apetece más estar sentado en casa, mirando caer la lluvia, viendo precipitarse ese agua que ya casi no recordaba y abrigado con una chaqueta que se queda corta. El cuerpo parecía no acostumbrarse al intenso calor de estos meses, pero en días así te das cuenta de que el brusco cambio no es tampoco bien recibido; todos necesitamos aclimatarnos, pero en seguida te asomas de nuevo y ves sobre los tejados de las últimas casas un espectacular arco multicolor. Esa es la llamada, el timbre que te invita a levantarte del sofá para salir a su encuentro. Ahí se termina la pereza, el cuerpo se aclimata rápido y, aunque a ratos cae una fina lluvia y ves que hacia el norte ...