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Cervus Elaphus

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      Primeros de octubre en la montaña palentina, ya lleva varias semanas instalado el otoño aunque aún el arbolado caducifolio no lo llega a manifestar de manera visual, pero el clima va estimulando a la estación con sus primeras heladas matinales y las abundantes lluvias con las que contamos este año.     En ciertos lugares los paseos montañeros van acompañados, sobre todo en horas alejadas a las centrales del día, del clamor de la berrea. Los machos de ciervo común pugnan por la supervivencia de sus genes, en principio imponiendo su vozarrón, para hacerse con el harén de hembras que lleve a buen fin su impronta en los desvalidos cervatillos que nacerán ya en primavera. Si eso no ahuyenta a quienes opten por cortejar al mismo grupo de ciervas, la exhibición de la cuerna hará que el incauto invasor de su territorio desista al verse más débil que el dueño de esos pagos. Pero no siempre eso funciona cuando el que quiere optar al mismo harén se ve con...

Algo más que un conjunto de árboles: El bosque vivo

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      La noche sorprende dentro del bosque a alguien ajeno al mismo. Un fuerte viento, que agita violentamente las copas de la arboleda, suena bajo el dosel acallando al resto de los sonidos, que reaparecen para el oído del intruso en cuanto la fuerza del céfiro descansa unos instantes. Esos son los momentos en los que el ciervo encelado retumba el bosque con sus bramidos llenando con sus voces cada rincón del monte. Un crepitar de ramas cercano indica el movimiento de alguno de los habitantes del bosque sorprendido por la presencia del intruso en horas donde no suele ser habitual su presencia, cualquier roedor como el lirón gris o un ratoncillo pueden ser quienes anden rebuscando entre la hojarasca, siempre atentos al cárabo, sorprendido también, que se revela al oído del intruso, aunque invisible a su vista, iniciando un ululato que es rápidamente contestado desde el otro lado del bosque, cuando de nuevo el viento arrecia y apaga con su clamor los ecos del bosque a...

Primeros ecos del otoño en la montaña

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      Día gris con fina llovizna y viento, la temperatura ha descendido notablemente en pocos días tras el sofocante verano, aunque aún estamos inmersos en esa estación ya que no llega a cumplirse la primera quincena de septiembre. Los prados lucen con un tapiz de flores moradas, son los "quitameriendas" (colchicum montanum)  típicos de la estación que se anuncia.     Nada me augura que tan pronto pueda escuchar a la montaña despedir el verano, me aúpo por la pista hacia el valle contiguo desde el que ahora domino un extenso paisaje de cumbres de la media montaña palentina, salpicadas de frondosos valles entre cordal y cordal hasta que la muralla de peña labra y tres mares cierra el horizonte a más de dos mil metros de altura, ya cubiertos por las nubes. Y ahí está el sonido más salvaje emergiendo del bosque que queda frente a mí: un lejano berrido que encuentra respuesta no muy lejos de donde yo me encuentro. ¡Ha comenzado la berrea del ciervo!...

En blanco y negro

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         Un día de verano por la mañana, el primer día de esa estación según nuestro calendario,   asomado a la ventana escucho el noticiario natural. Es muy diferente al de una mañana normal en la ciudad donde desde la ventana uno oye únicamente los ruidos de la civilización que acallan a los que pudieran provenir de lo poco de naturaleza que queda; la banda sonora de nuestro estado de bienestar con sus coches, autobuses, martillos percutores, voces a cada cual más alta para hacerse oír por el interlocutor mientras apuran el cigarrillo a la puerta de la cafetería, dando lugar a la clásica disputa de que quien más alza la voz, más razón tiene (paradigma propio de quienes generalmente carecen de ella); en las radios y televisiones resuenan las pláticas de quienes, unos a favor y otros en contra de las lamentables acciones políticas con las que se nos castiga, se arrogan cada cual de una razón sesgada, robada de los retales de una realidad para crear la ...

El mundo desde el balcón de las golondrinas

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      Tras cesar la lluvia, salgo de mi casa dejando fuera del nido a las volanderas golondrinas, a las que sus padres ya alimentan una a una mientras observan el mundo que se les abre posadas sobre unos cables cercanos, hasta donde llegan en estos primeros vuelos. Los prados están crecidos y algunos caballos se alimentan de las tiernas hierbas de final de primavera. Al fondo se ven las altas montañas de la sierra más cercana a la meseta, esas primeras elevaciones de contornos redondeados que rondan los 2000 metros y que hoy, con las nubes hechas jirones sobre ellas y tapando sus formas, semejan montañas más agresivas y salvajes recortándose en el horizonte.     En la pista me topo con bastantes babosas cruzándola a paso lento, desplazándose de manera casi imperceptible, y algunos rastros dejados por el zorro que ha señalizado su marcha para que todos lo veamos, poniendo excrementos sobre piedras o en el lugar más visible de la pista. Hay una huella ...

Sobre lo que me provocó mirar a los ojos de un animal salvaje. Mi postura sobre la caza

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  Aunque se infiere claramente de otros textos mi actitud contraria a este hobby, quiero ahondar un poco más en mis motivaciones , no con ánimo de exacerbar al que opine lo contrario polarizando aún más el debate, sino con el de aportar algún argumento que pueda hacer que quien no haya reparado en ello, se considere cazador o no, pueda dar una vuelta a sus motivaciones.     Lo primero que quiero abordar es la obviedad de lo innecesario de esa actividad que, si bien fue la que nos aportó la proteína necesaria para la evolución de nuestros antepasados hacia lo que hoy somos, desde la domesticación que hizo emerger la ganadería y la agricultura para proceder de manera más sencilla y segura a nuestro sustento, salir a matar animales carece ya   de sentido.     Huesos de animales hallados que datan de hace 3’4 millones de años, los cuales por primera vez presentaban cortes producidos por utensilios líticos y los propios utensilios utilizados a tal ...

Nostalgias de mi antiguo "yo"

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      No recuerdo cuánto tiempo hace que no ponía mis pies por la zona del Bajoz y su embalse pero, pese a los cambios habidos (alguna señalización más, prohibición de llegar los vehículos hasta el mismo embalse, zona de aparcamiento arreglada…), en esencia me he encontrado lo mismo que recordaba haber dejado la última vez que por allí pisé.     Día primaveral frío, con nubes cubriendo el cielo que amenazan y cumplen con la lluvia predicha, aunque breve y poco intensa, acompañada en intervalos con los vientos protagonistas del refranero para el mes que antesdeayer dejamos atrás (marzo ventoso, abril lluvioso, dejan a mayo florido y hermoso).     En el ambiente flotan por doquier las notas musicales de la primavera: Pinzones, carboneros, jilgueros o petirrojos pugnan por lograr su papel protagonista en la orquesta hasta que el cuco inicia su canto solista, dejando en un segundo plano todo el plantel orquestal de los pajarillos que, a ...