El enemigo público número uno y su relación con el lobo (I).

 

    Hace casi un millón de años, durante el Pleistoceno, surge la especie actual del lobo (Canis lupus), un predador superior como muestran su mandíbula potente y grandes  músculos maseteros. La importancia de los grandes depredadores para los ecosistemas y su biodiversidad ha sido ya ampliamente demostrada por la ciencia; el lobo influye en el ecosistema de mayor manera de la que podría esperarse por su abundancia, por lo que es considerado como especie clave, pero aún así, ha sido perseguido por el ser humano, factor que condiciona el estado de conservación de las poblaciones, las cuales han desaparecido del 80% de su territorio original en los últimos 250 años, de Europa y Norteamérica. Esa mortalidad está asociada a la depredación sobre el ganado doméstico, las actividades cinegéticas y la percepción que el ser humano tiene del animal, como los miedos atávicos que aún persisten en muchos rincones de España. Mortalidad que, directa o indirectamente, está relacionada con el ser humano y que se ha promovido durante estos siglos como métodos de control poblacional (caza por cualquier método y furtivismo). Entonces, ¿Quién es el lobo?

    Al igual que el oso pardo, el lobo pertenece al orden de los carnívoros (dispone de muelas carniceras) entre los mamíferos, pero en este caso es de la familia de los cánidos, al presentar en su morfología un hocico alargado y garras no retráctiles y romas.

    Su morfología, en cuanto a tamaño, color y peso es muy variable, estando muy bien adaptado a diferentes condiciones climáticas y hábitats, con lo que su distribución es muy amplia. Pese a esa gran distribución en todo el mundo, no es fácil toparse con un lobo y verlo aunque sea a lo lejos, es una complicada misión para la que hasta las empresas que preparan excursiones turísticas para ello, no te pueden asegurar al cien por cien el poder ser testigo de sus andanzas pese al importante madrugón al que te ves obligado.

    Reconocerlo, pese al parecido con los perros, es relativamente fácil si te encuentras con uno: A parte de su mirada de ojos ambarinos, cuenta con medidas de 60 a 70 cm de altura en la cruz, una longitud (exceptuando la cola) de entre 130 y 150 cm. y un peso entre 20 y 40 kg los machos (algo menos las hembras). Aún así será su comportamiento, esquivo y lejano, el que te ayude a sospechar y su composición corporal estilizada, donde las patas podría decirse que ocupan 2/3, para ser el otro tercio el cuerpo. En otoño el pelaje se densifica (pudiendo ganar 1 kg  de peso por ello), en primavera muda y pierde la borra (que en invierno le da un aislamiento térmico) con el fin de evacuar mejor el calor, lo que le confiere un aspecto más desgarbado y cabezón. El pelaje externo es el que le da el color y es eréctil en su lomo, de esa manera permite expresar algunas emociones.

    Si aún así no logras reconocerlo y te surgen dudas, percibir que las orejas son cortas y redondeadas, manchas blancas en los belfos que se extienden a las mejillas y una cola corta (que no sobrepasa el corvejón) con un mechón negro son algunos de los rasgos distintivos con otros cánidos similares. En nuestro país, además, tiene dos inconfundibles líneas negras en la parte anterior de las patas delanteras (de ahí su denominación de signatus).

    Su olfato es hasta 10 veces superior al de los felinos, pudiendo detectar a un animal a contraviento en distancias de hasta 270m. Justo encima del paladar, ya en la cavidad nasal, el llamado órgano de Jacobson le permite captar las feromonas de otros individuos: Arrugando el labio superior apoya la lengua en el paladar para catar el aire. En el ser humano este es un órgano vestigial que se usa por ejemplo para catar el vino. En los perros, por ejemplo, verás esto cuando olfatean marcas de orina dejadas por otro perro.

    Su oído es excelente también, se cree que puede escuchar los aullidos de sus congéneres hasta a 9 km. de distancia.

    Presenta detrás de la retina unas células que reflejan la luz y aumentan la luminosidad cuando es escasa (tapetum lucidum), lo que añadido a las células fotorreceptoras sensibles a la luz de la retina, le confieren una buena visión nocturna, aunque con menor agudeza visual. Su visión dicromática (verde y azul) les permite distinguir el camuflaje de ciertas especies.

    Su capacidad física le permite recorrer hasta 60 km en una noche, aunque el record conocido está en 190 km, siendo capaz de arrastrar presas que hasta tripliquen su peso, dada la poderosa musculatura de su mandíbula.

Es también buen nadador, se desplaza en nieve fácilmente al tener bien repartido el peso en las cuatro patas, salta hasta 5 metros y puede alcanzar objetos a 2 metros y medio.

   Estamos ante un animal prodigioso, un predador apical, que ha colonizado prácticamente todo el hemisferio norte del planeta.

 

    Un pequeño paréntesis para comentar que hay dos razas de perros lobo:

El perro lobo checoslovaco (por mezcla entre lobo de los Cárpatos y pastor alemán) y el perro lobo de saarlos (por mezcla entre pastor alemán y loba de Siberia).

El pelaje es más contrastado en el perro lobo que en el lobo, que tiene un color más indefinido; las orejas cortas y redondas del lobo lo diferencian muy bien de las más largas y puntiagudas del perro lobo y la cola, como en los rasgos generales también expuestos, es más larga en el perro. En los lobos de la península ibérica (canis lupus signatus) y de Italia, Francia y Suiza (canis lupus italicus), hay además un signo diferencial, una línea negra bastante marcada en la parte anterior de las patas delanteras.

 

    La manada es la unidad familiar que se crea cuando la pareja se establece en un territorio y se reproduce. De media en Europa suelen constar de entre 6 y 8 animales, entre la pareja reproductora, los adultos de camadas anteriores y lobeznos del año. Los vínculos sociales de la manada van hacia una cooperación en la crianza, en la caza y en la defensa del territorio. Recientemente se ha estudiado mejor a las manadas en libertad, dejando atrás los estudios de manadas bajo control humano, llegando a la conclusión de que forman estructuras familiares restringidas, con autoridad parental que gestiona las cuestiones vitales, seguida de los subadultos. Entre un cuarto y un tercio de la población pueden dispersarse, la mayoría jóvenes menores de dos años, aunque también se puede encontrar en mayores de 4. Se pueden deber a tres factores principalmente: El primero, la competencia por la reproducción (entre enero y marzo), el segundo y poco frecuente, por las alteraciones sociales que puede provocar el parto (primavera), y el tercero en otoño, por la migración de los jóvenes y competencia de alimento. La abundancia de presas, disponibilidad de un territorio, capacidad de encontrar compañero y habilidad para eludir peligros, son factores que influyen en el éxito de esa dispersión.

    En cuanto a la comunicación hay diferentes tipos, como las expresiones orales, aullidos, olores… Una postura alta suele ser signo de dominación, al contrario que agacharse; la cola entre las patas significa sumisión, elevada es claro signo de dominancia; diferencia también entre orejas levantadas (dominancia), o hacia atrás (sumisión); boca entreabierta mostrando los incisivos y labios fruncidos es signo de dominación, al contrario de si está bien abierta y con los labios sin fruncir (sumisión); la mirada también refleja este tipo de comunicaciones, según esté fija (dominancia) o apartada del otro (sumisión). Desde los 22 días de edad pueden emitir aullidos, los cuales tienen diferente significado, como reunir al clan, defender la madriguera, aislar a una presa, agruparse antes de la caza, buscar pareja,…

    Las señales olfativas delimitan y controlan el territorio, realizadas con orina o excrementos, glándulas salivares o de la piel; en la hembra también sirven para conocer su estado reproductivo.

    Se trata de un carnívoro generalista y oportunista, su elección se basa en las presas más rentables desde el punto de vista energético (la energía que gana al comerse la pieza, la pierde al cazarla), tiene grandes necesidades energéticas, por lo que prefiere las presas grandes y su base suele ser los ungulados silvestres. El corzo sería la presa ideal para manadas pequeñas (de 2 a 4 individuos).

    La alta depredación de animales domésticos, viene determinada por factores como baja población de ungulados silvestres, escasa protección de los rebaños (debido a los métodos de manejo o medidas de protección), hábitats dominados por presencia humana y donde reaparecen tras larga ausencia.

    ¿Cómo caza? Normalmente sigue esta secuencia:

Olfativamente detecta a una presa, inicia el acercamiento (hasta unos 10 metros), se produce una confrontación donde la presa huye o se enfrenta, sprint para perseguirla, persecución (durante algunos kilómetros incluso); en presas grandes hay un acoso con repetidos mordiscos parea debilitar; de ahí pasa al ataque mordiendo para desestabilizarla para terminar con un potente mordisco en la garganta que abate a la presa en el suelo e inicia su consumo.

    En rebaños domésticos, hay ocasiones que se da el hecho de que el lobo hiere o mata más presas de las que puede consumir. Esto, según el biólogo Jean Marc Landry, es debido a la persistencia de movimientos a su alrededor, causada por el pánico del rebaño, quedando el cánido atrapado en la secuencia de depredación sin poder pasar al consumo, llevándole a repetir la fase de persecución-ataque-muerte.

    El territorio del lobo ha de tener áreas de refugio y descanso, un lugar tranquilo y cercano a un punto de agua para el parto y que haya disponibilidad y abundancia de presas. Dentro de ese territorio, la zona más importante incluye la paridera, los lugares de reunión y las principales zonas de caza.

Los datos se han recogido del curso mooc grandes carnívoros; de la web de WWF; libro de Juan Luis Ortega Herranz “El lobo en la llanura Castellana”; el libro de los carnívoros de varios autores de la editorial photodigiscoping; “comportamiento y conservación de grandes carnívoros en ambientes humanizados. Osos y lobos en la cordillera cantábrica”, Alberto Fernández Gil, universidad de Oviedo; ASCEL (https://loboiberico.com/);

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