El oso, ese animal que comparte mi territorio y con el que prefiero no encontrarme.
Tengo que hablar del oso, un animal al que persigo con denuedo, pero con el que no quiero toparme. Siempre me ha emocionado encontrar sus huellas por la montaña, compartir ese territorio sabiendo que está ahí, vigilando mis pasos sin que yo lo perciba, pero nunca me ha apetecido salir a su encuentro. Con saber que está es suficiente para que el valor paisajístico del entorno se multiplique y me proporcione sensaciones indescriptibles caminar por su territorio.
Lo que igual no sabe ya todo el mundo es que
se trata de un mamífero, de la familia de los úrsidos y de la orden carnívora.
Pese a que su alimentación consta en gran parte de frutos y vegetales, la
presencia de muelas carniceras le hace pertenecer a ese orden, alimentándose si
hay ocasión de cadáveres de animales que encuentra en el monte, llegando a
cazar incluso si se le da la ocasión, lo que causa y ha causado problemas de
convivencia con el hombre, sobre todo en el territorio pirenaico al depredar
sobre ovejas.
Repartidos por el mundo, hay 8 especies de úrsido:
Panda,
andino o de anteojos, negro, tibetano, bezudo, malayo, polar y oso pardo, el
que nos ocupa y tiene presencia en Europa, el cual presenta varias subespecies,
entre las que está el grizzli, Kodiak, Kamchatka o el oso pardo europeo, por ejemplo.
Este último, aunque sin unanimidad aún al respecto del por qué, presenta dos
linajes: el occidental (España, Francia, Italia, Eslovenia, Croacia y sur de
Suecia) y el oriental (Europa central, norte de Europa y Asia).
Sus medidas y aspecto pueden darnos la idea de animal torpe, pero nada más
lejos de la realidad. Sería capaz de transportar un caballo muerto o un
venado decenas de metros, trepa ágilmente a los árboles, puedes verle escalando
por acantilados y paredes casi verticales, y es capaz de correr a 35 Km/h
durante cientos de metros, alcanzando picos de velocidad de hasta 50 km/h. Su
esperanza de vida está entre 25 y 30 años (en estado salvaje).
El sentido
que tiene más agudizado es el olfato, seguido del oído. La vista, tal y como
denotan sus pequeños ojos, no es buena, no ve bien de lejos.
Se le llama falso plantígrado, ya que en su pisada delantera apoya primero los
dedos y después el talón, siendo la pisada trasera plantígrada, al apoyar talón
y dedos al tiempo, semejando esta última una huella humana (con las lógicas
diferencias de tamaño), notándose en su rastreo que las huellas delanteras, las
manos van giradas hacia dentro (en varo).
¿Mudan el pelaje o siempre mantienen el
mismo? A principios de verano, entre junio y julio, es cuando muda el pelaje,
que le confiere un color diferente según el individuo y la estación del año.
Presenta dos tipos de pelo, la jarra, que son los más largos, y la borra, pelos
cortos y ondulados que te puedes encontrar también prendidos en algún árbol o
vallado.
Saber de qué se alimenta en cada estación del año te puede dar una idea muy
precisa de por dónde se puede mover. Teniendo en cuenta que su dieta es
omnívora, y cerca del 80% lo constituyen vegetales y frutos, la salida de la
osera (mediados de marzo) suele constituir su alimentación a base de hierbas,
helechos o frutos secos para, avanzada la primavera, consistir en plantas,
hojas de árboles, líber (parte del tronco que transporta la savia), frutas y
bayas en verano y frutos secos o setas en la época otoñal. Es habitual que se
alimente de larvas de insectos, por lo que suele desmenuzar tocones de árboles,
levantar piedras o destruir hormigueros. Carnívoro ocasional pero oportunista
en cuanto a su régimen alimenticio, puede subirse a cerezos o manzanos para
alimentarse de su fruta, comer cereal de cultivos, buscar en contenedores por
los pueblos y si tiene ocasión, la falta de protección puede brindarle la
oportunidad de alimentarse de ganado doméstico o saquear colmenas (para comer
las larvas).
Aunque fundamentalmente nocturno, su actividad se centra mucho al amanecer y
atardecer, a excepción de ciertas épocas como la de celo en primavera, o el
engorde otoñal, que es también diurno. Los subadultos y hembras con oseznos
pueden ser más diurnos, al tratar de evitar en las zonas de alimentación un
encuentro con osos adultos macho, que podría provocar infanticidios con el fin
de que la hembra vuelva a entrar en celo. Eso denota la variabilidad de sus
desplazamientos, siempre condicionados por el alimento disponible en cada
época.
Su
calendario podría coincidir con esta sucesión, pero debido a ciertos
condicionantes, como podría ser el cambio climático, puede variar en algo:
1 Mediados de marzo: salida de la osera
2 Abril-Mayo, numerosos desplazamientos,
periodo de celo.
3 Mediados de julio: comienzo de la
hiperfagia (acumulación de reservas para el invierno)
4 Finales de octubre: reduce los
desplazamientos
5 Mediados de noviembre: entrada en la osera.
En el caso del oso, como el del tejón, no se trata de una hibernación en
sentido estricto, como pudiera ser la de los lirones, sino que es un periodo de
somnolencia con descenso de unos grados en su temperatura corporal y algunos
periodos cortos de actividad. Las hembras dan a luz en la osera, por lo que su
periodo de actividad se inicia normalmente algo después que el de los machos,
coincidiendo en abril su salida. Cuenta con adaptaciones fisiológicas en su
reposo invernal tales como la ralentización del organismo (ritmo respiratorio y
frecuencia cardiaca), pérdida de peso sin perder musculatura o reciclaje de la
orina para evitar la deshidratación.
Como he indicado antes, los oseznos nacen
en la osera, pesando unos 300 gr al nacer para alcanzar unos 5 kg en abril al
salir de la osera. A finales de año regresan de nuevo a la osera con la madre
pesando ya unos 20 kg. Durante el segundo año, con el celo de la madre, se
separan los jóvenes de esta, aunque permaneciendo en el territorio para en
invierno nuevamente entrar en la osera, solo o con sus hermanos. En el tercer
año suele coincidir con la separación definitiva de sus hermanos y búsqueda de
territorio, que los machos pueden ir explorando llegando a más de 100 km del
original, pero en las hembras puede solaparse con el de la madre (filopatría).
A los 4 años ya se considera individuo adulto y podría participar en el celo si
ya alcanzó la madurez sexual (entre 3 y 7 años). Los grandes machos adultos
para inducir el celo, tal y como he explicado, pueden matar a las crías que
acompañan a la hembra. Para tratar de evitarlo, la osa sigue una estrategia de
aparearse con varios machos con el fin de obtener crías de distintos padres en
una misma camada (hecho que se ha demostrado). A partir de ahí se produce lo
que llaman implantación diferida: Tras la fecundación se produce un bloqueo de
desarrollo embrionario hasta la entrada en la osera, donde si la alimentación
ha sido suficiente, se reanuda el embarazo (abortando si el engorde no ha sido
suficiente) y, tras una gestación de 6 a 8 semanas, dar a luz dentro de la
osera entre enero y febrero.
El oso no es un animal social. Salvo un breve periodo durante el celo, y la crianza de las madres con los cachorros, son animales solitarios y, pese a que en áreas de alimentación podría haber encuentros, suelen tratar de evitarse. Tienen códigos gestuales de intimidación (mirada fija, gruñidos, chasqueo de dientes,…) o de sumisión (presentar el flanco, bajar la cabeza,…), para evitar las peleas, pero su comportamiento no es territorial excepto si el alimento escasea, que defienden la zona con marcajes del territorio.
Hasta aquí la presentación de este animal emblemático y que tanto fascina a
muchos naturalistas y profanos en la materia.
La próxima entrada trataré de hacer un esbozo de su situación en la historia y
cómo no toparte con uno en tus salidas al campo.
* Las fotos son del cercado osero de Proaza, y del sendero que desde Lindes te aúpa hasta peña rueda, donde también encontré alguna huella de oso.
**Los datos están extraídos de curso mooc grandes carnívoros, de los manuales y libros publicados por la Fundación oso pardo, por Fapas.
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