El enemigo público número uno y su relación con el lobo (II)

 

    Presente en el pasado de toda Europa, el primer lugar en extinguirse fueron las islas británicas (Inglaterra en el siglo XVI, escocia en 1684 e Irlanda en 1710), acentuándose el exterminio durante el siglo XIX y principios del XX . El número más bajo de ejemplares fue en la década de los ’70 y tan solo en Italia y España se han mantenido poblaciones de lobo. La masiva deforestación para la agricultura, desaparición de ungulados silvestres (que acentúa la predación de ganado por el lobo y su consiguiente demonización), uso de armas de fuego, venenos y trampas, recompensas por su eliminación, infraestructuras de comunicación y transporte que fragmentan sus últimas poblaciones, son causas de su desaparición. Su reaparición y recuperación viene dada por factores relacionados entre si, como el declive agrícola (que aumenta la masa forestal), abundancia de presas, creación de espacios protegidos, protección de la especie y cambio de mentalidad. Actualmente se estima en 14.000 la población europea de lobo, estando presente en casi todos los países de Europa. Con 9 subpoblaciones (entre ellas la de la península ibérica), tiene tres subespecies:

Canis lupus lupus (la más numerosa), y separadas de esta tras la última glaciación, la subespecie ibérica (canis lupus signatus) y la itálica (canis lupus itálicus).

    En España, hasta 1840 el lobo aún poblaba casi todo el territorio nacional. La caza nos dejó en 1970 un mínimo de unos 200 a 500 ejemplares y en zonas poco pobladas. Una nueva conciencia ecológica, despertada en gran medida por Félix Rodríguez de la Fuente, hace que vaya poco a poco recuperando terreno hasta llegar hoy a una estima poblacional de 2.500 ejemplares. Curiosamente, al ser considerado pieza de caza, el lobo comienza a recuperar su población. Esto, lejos de ser contradictorio, es de pura lógica, pues dejó de considerarse animal dañino (siendo por ello abatido en todo tiempo, lugar y forma) y se reguló su muerte. También la prohibición del uso de venenos y la recuperación forestal causada por la despoblación rural, con el consiguiente aumento de ungulados silvestres, dio un respiro a nuestro más controvertido vecino.

    Considerándose extinguida la población de Sierra Morena, el lobo encuentra refugio en el noroeste de España (Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla y León), extendiéndose poco a poco hasta hallar algunos en la comunidad de Madrid. En el pirineo español empiezan a llegar lobos, pero procedentes de Italia (canis lupus italicus).

    Según la época del año, las manadas en España suelen constar con entre 5 y 10 individuos (en función de los cachorros), calculándose en nuestro país unas 300 manadas en un territorio que es una tercera parte de lo que eran sus antiguas áreas, concentrados en el noroeste. Aunque hay mucha controversia en el número, en los métodos y demás, si nos ceñimos a los censos nacionales realizados, tenemos dos estimas con una diferencia de 26 años entre ellos:

--En el censo realizado por ICONA entre 1986/88, se contabilizaron 294 grupos en una superficie de 100.000 km cuadrados;

--en 2012/14, se realizó un nuevo censo nacional que dejó datos de 297 grupos en 91.620 km cuadrados.

   
En 2021, el lobo ha dejado de ser considerado especie cinegética, quedando prohibida su caza deportiva, al integrarse en el listado de especies silvestres en régimen de protección especial. Recordemos lo apuntado sobre que en 1970, se dio un primer paso en su protección al ser declarado especie cinegética y regulando su caza, antes premiada como alimaña, sujeta a una orden de veda y cupo de capturas, para ser solamente cazado con armas de fuego y en épocas hábiles. Eso le protegió frente al veneno y la persecución indiscriminada. En 1986, España ratifica el convenio de Berna, relativo a la conservación de la vida silvestre, que incluye al lobo como especie de fauna protegida. En 1992 el lobo quedó estrictamente protegido al sur del Duero, en aplicación de la directiva Hábitats, y al norte protegida, pero permitiendo medidas de gestión siempre que se mantenga el estado de conservación favorable.

    El clamor que hoy se escucha contra la protección del lobo carece de sentido si nos atenemos a los muchos pronunciamientos y estudios científicos al respecto. En primer lugar, el lobo, como depredador apical, es muy difícil que tenga superpoblación, tal y como se viene alertando por parte de muchos medios, cualquier estudio serio sobre ese aspecto se puede encontrar fácilmente. Por otro lado, se ha demostrado ya que la caza, o como lo llaman para manipular un poco más a la población “control poblacional”, se ha demostrado ineficaz e incluso perjudicial para la cabaña ganadera, al desestructurar manadas y dispersarlas, incrementándose los daños. Véase la tesis de Alberto Fernández Gil y algunas de sus charlas al respecto.

    Las principales poblaciones mundiales de lobo se encuentran en Canadá y Alaska, donde se calculan 70.000 ejemplares, Rusia donde mantienen unos 50.000 y Asia Central. La estima mundial de lobo está en unos 200.000 ejemplares.

    En este enlace, la organización que presidió Félix Rodríguez de la Fuente hasta su muerte, nos deja una explicación acerca de lo que el lobo aporta, lo cual carecería de importancia siempre y cuando se considerase que, como toda especie viviente, tiene derecho per sé a estar ahí, al igual que nosotros.

https://wwfes.awsassets.panda.org/downloads/manifiesto_lo_que_el_lobo_nos_da.pdf

    En una sociedad como la actual, en la que existen sobrados recursos para defenderse del lobo e incluso para satisfacer económicamente los daños que pueda causar a la cabaña ganadera si alguna medida no surtiese efecto en algún caso, la coexistencia entre el cánido salvaje y el hombre es más que posible. Hoy existe una presión populista por parte de ciertos sectores de la sociedad para provocar que ésta tome conciencia contra el lobo mostrando imágenes de ganado muerto o herido por ataques de la manada (muchas veces no demostrados, o con aviesa intención al saberse que se trata de un animal muerto por otra causa y simplemente carroñeado por el lobo).  “En zonas con presencia estable y continua de lobos, como Castilla y León, la incidencia del lobo fue sobre 2.963 cabezas en ataques documentados oficialmente, pero esta afección no supera el 0’06% del total de la cabaña ganadera, estimada en 4.589.140 reses en dicha región. En Castilla y León, la incidencia económica directa del lobo abonada fue de 809.158 € en 2017 (Fuente: BOCCyL 24/05/2018). En otra región importante en cuanto a presencia de lobos, como el Principado de Asturias, los datos oficiales indican una afección anual del 0,86% sobre el conjunto de la cabaña ganadera y en torno al 1,1% sobre el conjunto de la ganadería en extensivo. En esa comunidad, la media anual de la incidencia económica asignada como ataques de lobo y abonada en el período 2000-2013, supone 703.676 €” (extraído de la web de ASCEL (asociación para conservación y estudio del lobo ibérico)). Los daños contra el ganado no pueden ser la razón para oponerse a la protección del lobo, la población rural tiene otros problemas más acuciantes y reales que están siendo tapados por la cortina de humo que supone el lobo, el cabeza de turco que los políticos y gestores han dispuesto. Arbitrando las medidas de protección adecuadas a cada territorio donde esté presente el lobo, esos daños se minimizarán al máximo, casi hasta desaparecer y el ganadero podrá por fin centrarse en reclamar el problema real, como puede ser por ejemplo los precios desfasados que se pagan.

    Barbacanas (rodear al ganado con una cuerda de a que cuelgan otras cuerdas, latas o plásticos, con olor a humano y que hacen ruido y se mueven), cabañas y cercados tradicionales o perros de guarda (mastines) se han demostrado como eficaces métodos para la protección contra el lobo. A ello hay que añadir algún otro que parece que está dando resultados buenos como el uso de burros de guarda.

   En la llanura Castellana, por ejemplo, el lobo es menos conflictivo que en otros territorios españoles debido a que la cabaña ganadera está estabulada en su mayor parte – Indica Juan Luis Ortega en su libro “el lobo en la llanura castellana” de 2012. – “La que aún sale a pastar a campo abierto, está vigilada por un pastor de forma eficiente y defendida por un buen puñado de perros. Además suele pernoctar en nave cerrada, lo que dificulta o casi imposibilita que los lobos realicen ataques con éxito sobre el ganado. En otras zonas, donde este se encuentra en estado de semilibertad, es decir, deambulando por grandes extensiones sin vigilancia del ser humano y pernoctando a campo abierto, los ataques se multiplican y pueden llegar a ser realmente serios. (…) De hecho, muchas de estas zonas resultan auténticos sumideros de lobos que, en muchas ocasiones, están ralentizando o paralizando la colonización de nuevas zonas geográficas”.

    ¿Es un lobo?

    A lo lejos notas la presencia vigilante de un cánido, no sabes si será un lobo o un perro asilvestrado de gran parecido, así que te propongo algunas preguntas que deberías hacerte y en base a la respuesta, podrás salir de dudas: ¿Cuál es su tamaño? Las extremidades son muy altas (1/3 es cuerpo, 2/3 son las patas). ¿Coloración variada? Espalda oscura, vientre claro, máscara facial en rostro (belfos), y línea negra sobre sus patas delanteras. ¿Cómo es la cola y las orejas? Cola corta hasta la altura de los tarsos y orejas redondeadas. ¿Cómo se comporta? Guarda una distancia de seguridad, se marcha al trote tranquilamente, cola baja (no levantada) o bajo el vientre si está muy inquieto. Si han sido estas las respuestas, estarás ante el fabuloso lobo.

    A partir de una huella aislada no es posible distinguir entre perro y lobo, hay que prestar atención a otros indicios, como por ejemplo una serie de huellas alineadas unas tras otras, característica de desplazamiento al trote; la presencia del cadáver de un animal  es otro indicio que si presenta la caja torácica abierta, vísceras y carne consumidas excepto la panza, piel enrollada y excrementos alrededor puede casi con seguridad delatar la presencia del lobo. Ojos, mandíbula y orejas desaparecidas son características del paso de carroñeros.

    Los excrementos son cilíndricos, de unos 2/3 cm de diámetro y dispuestos en varios trozos, con un total de hasta 15 a 20 cm. Contienen mucho pelo y astillas de huesos, pueden ser torcidos y terminados en punta. Un perro que haya depredado presenta la misma característica en cuanto al excremento, por ese motivo y los antes descritos, es difícil aseverar que sea de un lobo los rastros que encontramos en nuestras andanzas montañeras, será la suma la que nos de más certeza, pero nunca será al 100%.

"La fuerza de la manada es el lobo, la fuerza del lobo es la manada" Kipling (El libro de la selva)

 

 

    Los datos se han recogido del curso mooc grandes carnívoros; de la web de WWF; libro de Juan Luis Ortega Herranz “El lobo en la llanura Castellana”; el libro de los carnívoros de varios autores de la editorial photodigiscoping; “comportamiento y conservación de grandes carnívoros en ambientes humanizados. Osos y lobos en la cordillera cantábrica”, Alberto Fernández Gil, universidad de Oviedo; ASCEL (https://loboiberico.com/);

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